lunes, 13 de mayo de 2013

Analísis Literario Estructura Interna "El demonio de la perversidad"

 El cuento es literario.
 
 Se caracteriza por el género de Terror.
 
 El narrador empieza en forma de ensayo, y la segunda parte en donde se dice inicia la "acción" es primera persona.
 
Tiempo es Atemporal y Subjetiva.
 
Personajes:
 
Principal y Protagonista: es el asesino el cúal se convierte en el bien amado ya que es perseguido.
 
Ambiental, Terciario: Populacho (Pueblo), El asesinado, Dios o Jehová.
 
Trama: Abierta.
 
Ambiente moral: egocentrismo, violencia, frustación, egoísmo.
 
Ambiente fisico: La mente del asesino porque primeramente empieza a relatar un "ensayo" que sale de su mente; la escena del crimen y las calles del pueblo.
 
Argumento: Es un hombre el cuál se ve atormentado por el crimen que realizó, inesperadamente, ya que este es un hombre meticuloso que llevaba meses planeando su asesinato y no había dejado pistas ni huellas, se empieza a culpabilizar, de cierta forma su obcesion compulsiva arraigado con su confusión, lo llevan a confesar su crimen.
 
Descripción:
 
La mayoría del texto esta escrito como un discurso autopunitivo y autodestructivo.

-Cronografía

"Heredé su fortuna y todo anduvo bien durante varios años."

"tiene que ser emprendida hoy y, sin embargo, la dejamos para mañana; y ¿por qué? No hay respuesta, salvo que sentimos esa actitud perversa, usando la palabra sin comprensión del principio. El día siguiente llega,"

La última hora para la acción está al alcance de nuestra mano."

"Suena la hora y doblan a muerto por nuestra felicidad. Al mismo tiempo es el canto del gallo para el fantasma que nos había atemorizado. "

"Semanas, meses enteros medité en los medios del asesinato."

 
-Dialógo

"Rechacé mil planes porque su realización implicaba una chance de ser descubierto."

"Caminé vigorosamente, más rápido, cada vez más rápido, para terminar corriendo. Sentía un deseo enloquecedor de gritar con todas mis fuerzas."


-Monológo

"Tenemos ante nosotros una tarea que debe ser cumplida velozmente. Sabemos que la demora será ruinosa. La crisis más importante de nuestra vida exige, a grandes voces, energía y acción inmediatas. Ardemos, nos consumimos de ansiedad por comenzar la tarea, y en la anticipación de su magnífico resultado nuestra alma se enardece. Debe, tiene que ser emprendida hoy y, sin embargo, la dejamos para mañana; y ¿por qué? No hay respuesta, salvo que sentimos esa actitud perversa, usando la palabra sin comprensión del principio. El día siguiente llega, y con él una ansiedad más impaciente por cumplir con nuestro deber, pero con este verdadero aumento de ansiedad llega también un indecible anhelo de postergación realmente espantosa por lo insondable. Este anhelo cobra fuerzas a medida que pasa el tiempo. La última hora para la acción está al alcance de nuestra mano. Nos estremece la violencia del conflicto interior, de lo definido con lo indefinido, de la sustancia con la sombra. Pero si la contienda ha llegado tan lejos, la sombra es la que vence, luchamos en vano. Suena la hora y doblan a muerto por nuestra felicidad. Al mismo tiempo es el canto del gallo para el fantasma que nos había atemorizado. Vuela, desaparece, somos libres. La antigua energía retorna. Trabajaremosahora. ¡Ay, es demasiado tarde!"

"Estamos al borde de un precipicio. Miramos el abismo, sentimos malestar y vértigo. Nuestro primer impulso es retroceder ante el peligro. Inexplicablemente, nos quedamos. En lenta graduación, nuestro malestar y nuestro vértigo se confunden en una nube de sentimientos inefables. Por grados aún más imperceptibles esta nube cobra forma, como el vapor de la botella de donde surgió el genio en Las mil y una noches. Pero en esa nube nuestra al borde del precipicio, adquiere consistencia una forma mucho más terrible que cualquier genio o demonio de leyenda, y, sin embargo, es sólo un pensamiento, aunque temible, de esos que hielan hasta la médula de los huesos con la feroz delicia de su horror. Es simplemente la idea de lo que serían nuestras sensaciones durante la veloz caída desde semejante altura. Y esta caída, esta fulminante aniquilación, por la simple razón de que implica la más espantosa y la más abominable entre las más espantosas y abominables imágenes de la muerte y el sufrimiento que jamás se hayan presentado a nuestra imaginación, por esta simple razón la deseamos con más fuerza. Y porque nuestra razón nos aparta violentamente del abismo, por eso nos acercamos a él con más ímpetu. No hay en la naturaleza pasión de una impaciencia tan demoniaca como la del que, estremecido al borde de un precipicio, piensa arrojarse en él. Aceptar por un instante cualquier atisbo de pensamiento significa la perdición inevitable, pues la reflexión no hace sino apremiarnos para que no lo hagamos, y justamente por eso, digo, no podemos hacerlo. Si no hay allí un brazo amigo que nos detenga, o si fallamos en el súbito esfuerzo de echarnos atrás, nos arrojamos, nos destruimos."

"Examinemos estas acciones y otras similares: encontraremos que resultan sólo del espíritu de perversidad. Las perpetramos simplemente porque sentimos que no deberíamos hacerlo. Más acá o más allá de esto no hay principio inteligible, y podríamos en verdad considerar su perversidad como una instigación directa del demonio si no supiéramos que a veces actúa en fomento del bien."

"...encontré el relato de una enfermedad casi fatal sobrevenida a madame Pilau por obra de una vela accidentalmente envenenada. La idea impresionó de inmediato mi imaginación. Sabía que mi víctima tenía la costumbre de leer en la cama. Sabía también que su habitación era pequeña y mal ventilada. Pero no necesito fatigaros con detalles impertinentes. No necesito describir los fáciles artificios mediante los cuales sustituí, en el candelero de su dormitorio, la vela que allí encontré por otra de mi fabricación."

-Solidoquio

«Estoy a salvo».


«Estoy a salvo, estoy a salvo si no soy lo bastante tonto para confesar abiertamente.»

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